En semanas
reciente acudí al Registro del Estado Civil “Galerías Orinoco” con la intención
de solicitar renovación de partida de nacimiento. Al comentar el propósito a
los familiares y amigos me recomendaron madrugar, respondí ¿cómo?, ¿deben
atender en horario de oficina? Algunos me enfatizaron “Ud., está bien
equivocada”. Escuchando consejos, me apersone a las instalaciones del registro
civil a las 5.30 AM, observe varias filas “colas” y pregunte a las personas que
se encontraban al inicio de una de ellas, ¿Cuál es cola que corresponde a
renovación de documentos?, me respondieron la del frente. Me dirigí al frente y
le pregunto una señora carismática que tenía una hoja en la mano, ¿esta es la
cola para renovación? Respondió Sí, Ud. es la 80, dígame su nombre, y “ahora
escúcheme bien claro, no quiero problemas después, yo digo lo que me indican de
las oficinas: atienden solo 60 personas en la mañana, 10 en la tarde, son 70, es
cuestión suya esperar”.
Permanecí en la
cola y continuaban llegando personas, contabilice un total de 110 solicitante,
se estableció diálogo entre los cercanos, nos animamos mutuamente expresando: “paciencia
y confianza en Dios” “tranquila, espere, esa lista no la toman en cuenta los
funcionarios, a veces sí, otras veces no”, “ella es una persona que está
haciendo el favor de organizar la cola, también es solicitante”. Constantemente
la señora de la lista recitaba el nombre de la personas, verificando la
presencia del solicitante y el que no estaba lo tachaba. Me registro con el
número 79 y después 82, nuevamente la 80, informo: “solo aceptan 3 solicitudes
por persona, familiares directo, que tengan la copia”.
A las 8:00 AM se
presentó un funcionario del registro y dijo a viva voz, hagan la fila, no se alboroten,
y cada persona entregó sus respectivas copias de documentos a renovar, hasta el
solicitante número 70. Todos los demás, aproximadamente 40 personas quedamos
mirándonos, procuramos acercarnos y, el funcionario dijo: “solo se reciben 70
solicitudes por día”. Allí continuamos intentando recibir las cortesías del
funcionario, sin lograr consideración alguna.
El funcionario se
retiró de la entrada principal y se dirigió por las escaleras a la oficina, esperamos
un momento y nuevamente lo abordamos, enfatizó: “ya recibí la solicitudes del
día”. Continué en el recinto por varios minutos, finalmente desistí, en el
acompañamiento de los nuevos amigos de cola, estos comentaron: “yo vengo de Los
Báez, pague un carro que me cobro 300 Bs, llegue a las 2:00 AM y ya estaban 10
personas”. Afligida por lo observado y a su vez con una actitud proactiva como
sujeto de derechos le digo a los presentes vamos a la prensa, me dicen: “! hija
no nos van a escuchar ¡”, “señora hay que madrugar, a esta gente ni que le
ruegues te consideran, este es mi tercer
día en estos trámites”, “uno se arriesga mucho saliendo de madrugada de su
casa, yo vengo de Marhuanta”, ”yo ando recién operada, si es necesario tendré
que mostrarle la sutura”.
Efectivamente nos
encontramos ante una realidad desafiante, en la que se hace indispensable dejar atrás el
hombre acomodado y domesticado que nos señala Freire y dar paso al hombre nuevo,
ciudadano crítico, amoroso, co-responsable en el funcionamiento de nuestras
instituciones, siendo algunas opciones que pueden optimizar la atención al
ciudadano: recibir todas las solicitudes de documentos e indicar fecha próxima
de retiro del mismo, aumentar la cantidad de funcionarios según la demanda, formación continua y reconocimiento del
rendimiento del personal en la prestación de sus servicios, incorporar la
tecnología para hacer las solicitudes y programar las citas, es decir, se deben
buscar soluciones eficientes y enaltecer la función de lo público.
Ciudad Bolívar, estado Bolívar.